Cuando cruzó la puerta supo que no habría regreso, pero de todos modos cerró y arrojó la Llave a las aguas. Llevaba el Mapa en un bolsillo y el abandono de lo definitivo en los pasos. Sabía que desde cada rincón, Ella acechaba. Allí donde se bifurcaba el camino se detuvo, consultó el Mapa y tomó la dirección contraria. Al final del pasadizo se dejó atrapar por la Tribulación.
Silvia Piccoli – Mayo 2011
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