miércoles, 11 de mayo de 2011

Conclusiones

¿Qué conexión existía entre aquellas viejas letras encendidas y estas otras, que enhebraban eslabones de indiferencia, reproches e ira? ¿Cómo identificar con el mismo nombre a este autor y a ese poeta lejano, que desde el otro extremo del mundo había iluminado tiempo atrás sus sueños desesperados? ¿Acaso debía acabar por admitir que las cartas no habían sido más que el juego equívoco y perverso entre dos extraños amenazados por el tedio de la distancia? Noches enteras buscando sentidos, contactos, respuestas… mientras una y otra vez se recorría la piel con los ojos y los dedos, interrogando el relieve de aquellas palabras.

Silvia Piccoli – Mayo 2011

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