Dirá mi voz sus últimas palabras
ante el círculo de fuego de tu boca,
y se irá rodando el miedo hacia la nada
y perderé para siempre la memoria.
Y el sol medirá la luz del mediodía
en el reloj sin prisa de tus brazos,
y el tiempo diluirá su antigua melodía
en el plumaje tenue de los pájaros.
Entonces me dirán tus ojos que has deseado
el improbable instante inconcebible
en que tu boca y la mía se juntaran:
y que el beso entre los labios demorado
es la prenda de sueños imposibles
que se hacen miel desde esta madrugada.
Silvia Piccoli - Noviembre 2010
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