lunes, 14 de marzo de 2011

Extemporal

Dónde estaban tus ojos
moros cuando sus ojos
me miraron.

Dónde, tu sangre urgente
cuando me despojaron
sus manos.

Y dónde tu brújula y tu aliento
cuando puso en mi índice
la eternidad en un candado.

Y vienes a mí, ahora, cuando
la soledad se da cita
con mis labios

y murmura por mí que no,
que no es posible
volver el tiempo atrás

y diluir la traición
definitivamente
en un abrazo.

Silvia Piccoli - 2010

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