Ocasionalmente
con frecuencia
casi siempre
merodeo muy cerca
de tu casa.
Me escurro en tu portal
y hundo los dedos
en el humus de los tiestos,
y deshago entre las uñas
los ojos
y los huesos de tus nimias
amantes imperfectas,
para que jamás
florezcan sus amores
entre los malvones y tu madrugada.
Y por la grieta de tu puerta
me filtro en partículas
de nada,
y aliso
los pliegues
invisibles
de las horas enredadas entre
los tapices de tu sala;
y aparto una mota
de tristeza
de tu lámpara,
y escarbo entre tus libros
las últimas palabras que leíste,
y ahueco tu sillón,
y aspiro el aroma de tu vino
en esa estancia
donde nada
jamás
me pertenece.
Y me pregunto entonces
si el recuerdo que serás
al menos me presiente
en los rincones de
tus cosas,
en los silencios que moran
junto a las aristas
de la luz
en la escalera,
más acá de la tiniebla,
acechando a la sombra
esa sombra que llegarás a ser.
Y me digo que entonces
(sólo entonces)
tal vez
me veas.
Silvia Piccoli - 2011
Magnífico, Silvia. Esa presencia recóndita merodeando espacios sin pertenencia y azuzando fantasmas para recuperar la mística de los misterios, me eleva y me transporta. Siempre soñé ser espectro.
ResponderEliminarMe gustó mucho, mucho, mucho. ¿Será porque la vida o la muerte se empeñaron en rodearme de espectros desde pequeña al llevarse a mis antecesores? Logré así presentirlos en mis cosas, en la luz de la escalera, entre mis libros, rodeándome siempre...siempre conmigo. Besos. Gracias Sil.Te quiero .
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