lunes, 14 de febrero de 2011

A la inmensa mayoría

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.


Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
adonde el aire no apestase a muerto.


Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama la viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.


¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.


Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad, Bilbao, a once
de abril, cincuenta y tantos.


                                             Blas de Otero (1916 - 1978)

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