Tienes entre tus manos
mis fragmentos:
aprisionas en la izquierda
mi historia y mis esquinas,
mi río de montaña,
mi canción,
mis veleidades de clepsidra,
el terror de mi noche repentina,
mis uñas ovaladas,
mis dientes y mi sexo,
el tatuaje serpentino de mi omóplato,
el arcano indescifrable
de mi luna y
mi ciclo lunar,
mi Rosa de los Vientos;
y en la diestra recoges
mis mañanas
desde aquella vez
hasta la eternidad,
mis rumores escondidos
entre los pliegues sabios
de mis sábanas
y en mi piel de muérdago y avena,
y mi plexo solar,
y las diminutas verdades blancas
de mi libro secreto de poemas,
y mi música ritual,
mis brazos demorados en tu espalda,
mi nieve de verano
en la cumbre de tu olvido,
mi árbol prohibido de manzanas
del Edén,
mi cielo y sus misterios,
mi lengua y sus palabras.
Mas no cabe entre tus manos
mi extrañado corazón,
ni has procurado
encontrar un recipiente
para destilar sus lágrimas
que manan por la muda
complacencia de mis partes
entregadas a la experta
artesanía de tus manos,
ignoradas del destino
irreparablemente mutiladas.
Silvia Piccoli – 17 junio 2011
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