Quisiera
imaginar que cuando acabe el estruendo
el
fuego y la noche en pleno día y plena noche
pudiera
un hombre con una pluma y un hato de palabras
restablecer
los ritmos de la vida.
Quisiera
pensar que nunca hubo tanto río ensangrentado.
Tanta
atroz expiación de ningún crimen entre calles y escombros y metralla.
Que
nunca hubo quienes callaron y asintieron.
Que
no hubo negación de porvenir.
Que
no ganó la asimétrica desproporción de la muerte.
Quiero
pensar que cada glóbulo es una semilla incorruptible
de
resistencia eterna e infinita.
Que
cada par de ojos cegados es un par de olivos que incrustan sus raíces
empecinadas
en las piedras de la tierra antigua.
Que
cada puño que se aprieta y sangra
con
las uñas clavadas en las palmas
es
un corazón que entona la oración milenaria del ocaso.
Quisiera
soñar que un hombre y una mujer se aman
y
engendran la piel desde las cicatrices.
Quisiera
pensar en pájaros que detienen a las bombas.
En
flores que inauguran caminos
donde
brotan ruinas.
Quisiera
una palabra, sólo una.
Porque
paz es una idea breve
o
demasiado larga.
Y
ya no queda tiempo.
Silvia
Piccoli – 21 julio 2014
Hermoso. Sentido. Gracias por compartirlo
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