Éste es
el enésimo verso que te escribo
cuando
ya de tu voz nada me queda,
y se
muere el otoño en las veredas,
y el
silencio me deslíe en su sonido.
Es el
verso final, definitivo,
el que
nunca sabrás porque la ausencia
ha
trenzado con hebras de indolencia
su red
impenetrable en el vacío.
No te
tendré jamás, porque he perdido
la
necesaria certidumbre de encontrarte
en el
lugar de todos mis secretos.
El
corazón es un pájaro cautivo
que va
muriéndose un poco a cada instante,
enajenado
en su jaula de recuerdos. Silvia Piccoli - 1991
Me encanto aquella indolencia en el vacío plena de recuerdos, gracias
ResponderEliminar¡Bellísimo poema!
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Saludos Silvia