jueves, 13 de septiembre de 2012

Respuesta a Cummings


                                       “¿Quién habla de besos?” (*)


No.
No es
cansancio.
Es la melancolía por aquello
que apenas
se ha soñado.

Ya sabes:
un verdín de tristeza
cubre todo lo que tanto
tanto
hemos amado

y las nubes son algo más que sombras proyectadas
sobre los almácigos,
y la noche
ese refugio
de inconsciencia
que anticipa el olvido.

No quiero caminar
de tu brazo:
¿para qué?

En cambio
acepto, sí, la Rosa.
Y acaso
asomarme a tu sueño
porque tal vez en el borde nos aguarde una playa
(qué extraño uso
de plurales
impone la utopía:
de no ser por ella
y
yo
seríamos
mundos rodando en
paralelo
hacia confines
imprecisos).

No te confunda
mi tristeza, no.
Tampoco los fragmentos
de esa porcelana
ni las estrellas en mis ojos.

Hace tiempo
los cerrojos ahogan mis secretos,
y no es posible ya
caminar,
o volver,
o demorarnos en caricias ensoñadas.

Dame tu Rosa y vete.

Se ha hecho tarde
para todo,
y la lluvia tiene el color
de la desesperanza.


(*) Miguel Ángel Asturias

Silvia Piccoli - 2012

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