miércoles, 17 de agosto de 2011

El Aludido

Mientras él cabalgaba desfaciendo entuertos, abatiendo gigantes, enamorando doncellas, desdeñando riquezas, liberando rehenes e  imponiendo justos gobiernos,  la fama de su nombre y sus proezas despertaba los vivaques, llamaba al asombro, provocaba émulos, saltaba fosos, escalaba murallas, zarpaba en los bajeles hacia los cuatro puntos cardinales, regresaba desde puertos aún innominados en las cartas de marear, interrumpía el secreto de los claustros y se iba a germinar, callada y expectante, bajo la hierba de un campo donde un día se libraría una batalla, en los alrededores del golfo de Lepanto.

Silvia Piccoli - Agosto 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario