viernes, 23 de diciembre de 2011

De ultramar


Llegaron los baúles de libros y los cuadros, el juego de ajedrez y la caja con tu pipa y tu tabaco, el tonel de vino de Burdeos, tus camisas y zapatos, el espejo francés y la mesa principal, el reloj de pared y tu leontina, tu chaqueta de piel de ante, las botas y los sombreros, tu sillón y el mío, los cortinados, la vajilla y nuestra cama, tu diario y el mapamundi italiano.
Luego vi en el vano de la puerta de la sala tu estampa inconfundible, tus manos que de mí todo lo saben, tu media sonrisa de fauno impenitente y ese destello de tus ojos… Y supe que no eras tú.
Y finalmente llegó el correo, que me dijo que tu cuerpo adorado –el único tesoro que esperaba- duerme ahora en el fondo del Mar Tenebroso, territorio de corales e hipocampos, ya nunca más por mí habitado, en mí ya nunca...
Silvia Piccoli
En Primer Manual de Pequeños Auxilios  (inédito)

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