Gime la Rueda. Siempre hacia el mismo lado: el de las agujas del reloj, el de la ruta de las estrellas errantes… Gime la Rueda eternamente desgastada y siempre renovada. Sube su gemido en la Flama, en el vórtice del Céfiro, en la Cascada, en el remezón del Volcán. Y viene de nuevo con la sucesión de los días y las noches para asegurar que el Tiempo es el Uróvoro, el intrigante infinito que nos aparta para siempre y nos une en lo imposible.
Silvia Piccoli – Junio de 2011
En Bestiario contemporáneo. Poemas, mándalas y otros desvaríos (inédito)
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