Qué
desasida la tarde, amor, qué dormida
entre
sombras raptadas al recuerdo.
Cuando
se haga la noche habrá otra lumbre
y
otros pájaros adormecidos en tus manos.
Qué
cerca la oscura, qué inminente.
Cuántas
horas olvidadas bajo la rutina
que
mancha las pausas hasta hacerlas vidas,
que
enreda intenciones y desflora sueños.
Tienes
en los ojos el ámbar y el fuego
y
se templa ahora el aire de otros horizontes
con
el viento azul que nace en la montaña.
Sé
que vendrá el día tras la luna.
Mas
no sé cómo es que me descifras
para
que pueda ser de pie hembra y estrella.
Silvia
Piccoli – Abril 2014
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