viernes, 21 de diciembre de 2012

Siembra


El minuto después
del fin del mundo
inhumé bajo las piedras un capullo oscuro
de pasionaria.

Sublevadas por el
cataclismo irreversible,
las fuerzas de la vida y de la muerte
sorbieron los jugos de la tierra,
mordieron minerales,
escupieron huesos y pecados,
vomitaron mentiras,
deglutieron palabras,
defecaron sueños…

Y
volvieron a ser
la lluvia y la noche,
el viento y las arenas inestables de la mar,
los miedos,
las estrellas,
el dolor…

Modesto y silencioso,
indetenible,
un fulgor irisado
despuntó bajo las ruinas.

Y
fue de nuevo
el  Amor.

Sin rastros de
tristeza.

Silvia Piccoli – 21 de diciembre de 2012 

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