La
única certeza
son
los
solsticios y los equinoccios
-lo
demás: apenas
un
desencuentro desolado
de
quimeras.
Que
quieras mi huracán.
Que
otros hombres
en
horizontes anchos
proclamen
el fin de la injusticia.
Que
amanezca sin las prisas
de
los artificios pueriles que hemos inventado
para
olvidar
lo
que no cambia.
¿Quién
soy, sino un eco
que
repite las palabras
en
un orden diferente?
¿Quién,
sino la brizna
que
se mece asida
al
corazón antiguo de la tierra?
¿Qué,
sino
todos esos huesos venerados
dibujando
un par de alas
en
fuga?
Silvia
Piccoli – Febrero de 2014
bellísimo poema, me quedo en la pregunta recorriendo asimetrías...
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