Estaré
desnuda cuando tu sonido
me
atraviese.
No
quiero ser mujer de blanco,
ni
que un sombrero
opaque
lo que quede del pasado.
No
llevaré los guantes de las caricias púdicas
ni
las enaguas almidonadas
de
alucinaciones
y
recatos.
Te
esperaré desnuda,
tibia
y franca desde mis cicatrices infinitas,
las
que puedas ver y tocar
y
las que he guardado
nuevas
para
que las descubras
pausado
y
sorprendido.
Estaré
de pie.
No
importa si los años han quitado los velos
que
urdió la cobardía
alrededor
de mis hombros.
Sé
que tomarás mis miedos
y
uno a uno
los
tornarás palomas.
Sé
que harás de mis sueños
laberinto
y
atalaya.
No
pido más.
Ni
tengo más que mi tristeza antigua
para
amarte.
Vengo
de esperar
tanto
tiempo
que
temí que la muerte llegara antes
que
la hora de esta intrépida aventura
en
el silencio,
en
la que los dos
con
los dedos sabios y los ojos serenos
nos
adentramos.
Silvia
Piccoli – 24 julio 2013
¡¡Excelenteeee!una poesía hermosa, profunda que hace sentir totalmente cada una de las metáforas escritas de una manera que sientes ese amor, ese sufrimiento y esa a-simetría.
ResponderEliminarSilvita una vez más te digo que tus poesías son muy valiosas!!
Heidi